lunes, 11 de junio de 2012

HEROES ANÓNIMOS


A veces leemos noticias o vemos videos de pequeñas heroicidades, de personas anónimas que un día cualquiera se convierten en noticia. Pero todos los días a nuestro alrededor pueden estar ocurriendo, sin que sepamos de ellas, porque no saltan a los medios de comunicación o porque no hay nadie cerca con la suficiente sangre fría para, en un momento de tensión coger su cámara y grabar lo que ocurre. Esto que os cuento hoy, me lo relatan en primera persona, y cuando lo escucho puedo sentir su angustia e impotencia. Os cuento:



3 de la tarde, sale de su edificio para dirigirse al trabajo. Al salir a la calle siente el llanto de un bebé ante el que no puede reprimir ese sentido innato que tenemos todas las madres de buscar con la mirada de donde proviene. Levanta la vista y lo que ve le produce un ataque de nervios:

De una de las terrazas del bloque de enfrente pende el cuerpo de un niño. Las terrazas tienen barrotes de hierro y por debajo queda un hueco por donde asoma el cuerpo de un pequeño. Tiene todo el tronco fuera, sólo está sujeto por los brazos.



Su primera intención es tranquilizar al bebe para que deje de patalear, pues con el movimiento se acerca más al vacío y comienza a hablarle. Después se dirige a llamar al piso; no sabe exactamente cual es asique llama a todos los primeros. Para su desesperación nadie responde.




Sigue hablando al pequeño para calmarlo, con la suerte de estar en primavera y que se tengan las ventanas abiertas y una vecina del niño se asoma a la terraza.

-Corre, baja a avisar a su madre!



La vecina baja a llamar a la casa, pero tampoco obtiene respuesta.

La heroína relata su impotencia de no poder llamar a la madre del niño pues aunque conoce a gran parte de los vecinos, estos son nuevos y no conoce su nombre, ademas de contar con la barrera del idioma pues son de nacionalidad marroquí.

“- ...no sabía como llamarla, ¿que la iba a decir moraaa? Si se llamara María o Pepa... Ahora ya si se su nombre”



Ante el revuelo armado, otra vecina también marroquí salió a la terraza y al verlo llamó a la madre del pequeño por su nombre y por fin, esta salió a coger al pequeño.

Lo recogió y se metió para dentro.

Ahí quedó nuestra heroina sola con su ataque de nervios; tardó varios minutos en poder moverse, pues las piernas no la sostenían por el temblor que tenía.

Pasados unos días se encontró con el pequeño y su madre, y esta vez si la dio las gracias, contándola que ese día, con los nervios no se dio cuenta de hacerlo y que después en casa lloró por el susto.

Desde ese día la puerta de la terraza permanece cerrada y es que según cuentan, era habitual ver a otro hermano mayor de unos dos años jugando solo en ella aunque ese día el pequeño que apenas gatea estuviera solo allí.

Pequeños actos de las personas que nos rodean nos reconfortan con el ser humano. Mi hermana, mi heroína.

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