A veces hacemos o decimos cosas a
nuestros hijos sin prestar atención a las consecuencias que tienen
sobre ellos, de como se fijan en nosotros y como influimos en sus
actitudes.
Desde que era muy pequeñita le hemos
leído cuentos llegando al punto de que hoy en día es un habito que
tiene establecido y todas las noches necesita que se lo leamos antes
de irse a dormir.
Como todos entenderéis no siempre
apetece entretenerse a leerle, tenemos prisa o simplemente llegada
esa hora estamos cansados, por lo que buscamos la solución de leer
un cuento corto de lectura rápida y a dormir.
Son habituales las noches en que hay
que decirla que hoy ese cuento no. Tiene la suerte de contar con una
amplia biblioteca infantil, en gran parte heredada de sus primos ya
mayores y algunos de los cuentos aun no son aptos para ella, pues
resultan largos y la aburren tanto a ella como a nosotros.
Con lo que como ya he dicho es normal
decirla “ese cuento no, que es muy largo”
Los niños son muy observadores y se
fijan en nosotros y en como actuamos, un acto normal en casa es que
me vea con el ordenador o con el ipod y me pregunte que que hago, a
lo que yo suelo responder “leyendo esto”. Todo muy normal, hasta
que mirar lo que me pasó ayer.
Estaba tranquilamente con el portatil
sobre mis piernas cuando se acerca a mí con un cuento de los largos.
-Mami, me lees este este cuento????
Cuando lo miro me escandalizo
-Noooooooo!!! que ese es muy largo y
ahora estoy viendo esto
-Jooooooooo, pues el ordenador es más
largo...............
Me dejó totalmente desarmada, que
podía responder, tenia totalmente toda la razón, con lo cual opte
por apartar su atención del libro que no era apto todavía para ella
y emprender una actividad mas acorde con su edad.